EL GORRIÓN
Se posa todos los días
frente a mi escuela, un gorrión;
nadie sabe que es mi amigo,
lo sabemos Dios y yo.
Cuando me siento en la banca
para estudiar la lección,
mueve el piquito y me dice
con su metálica voz:
-“No estudies, zonzo, ¿no ves
cómo vivo y como yo?
Nunca faltan por el mundo
migajas de compasión”.
Hoy llegó la primavera
y el maestro nos mandó
que verse sobre “El trabajo”
la humilde composición.
Estaba desalentado
y sin ánimo y valor
para el trabajo, y he visto
a mi amiguito el gorrión.
En el cono de su pico
llevaba, con mucho amor
plumas, hilillos y pajas,
que por el campo encontró.
Y agitándolas al aire,
como un glorioso pendón,
me ha dicho: “Amigo, trabaja,
que también trabajo yo”.