"En un mundo donde se derrumban los valores, todavía —creo, quiero creer— todavía quedan los libros como un baluarte de la dignidad. Un libro es una llave, es una puerta que puede abrirse, es una habitación donde se encuentra lo que no se debe saber, es un ámbito de conocimiento de la verdad y de lo prohibido, que deja marcas que después no se pueden borrar." Gustavo Roldán (Conferencia "La aventura de leer")
viernes, 5 de septiembre de 2014
INMIGRANTES EN ARGENTINA
Desde aquella primera gran ola de inmigración de principios del siglo XX, el país recibió otras. En un mundo que expulsa población por guerras o pobreza, la Argentina es para muchas personas un lugar mejor para vivir y progresar.
El censo nacional registró que, entre enero y diciembre de 2012, unos 635.000 inmigrantes consiguieron la radicación permanente en Argentina. La mayoría son de Paraguay, Bolivia y Perú. Pero también es numeroso el arribo de jóvenes desde África y Asia.
La Argentina enfrenta el desafío de asegurarles dignidad, el ejercicio de sus derechos y una integración que respete su cultura.
El Día del Inmigrante fue instituido en 1949 y se celebra todos los 4 de setiembre en conmemoración del acogimiento expreso que por resolución realizó el Primer Triunvirato de 1812, ofreciendo "su inmediata protección a los individuos de todas las naciones y a sus familias que deseen fijar su domicilio en el territorio".
Para Roberto Aruj, profesor de la cátedra de Sociología de las Migraciones en la UBA, la causa fundamental de las migraciones "es la frustración de las expectativas de vida" en sus lugares.
La Pastoral de Migraciones de la Iglesia Católica, entiende que son muchas las dificultadas en la inserción de los migrantes pero, "aunque todavía falta camino por recorrer para que nuestra sociedad acepte ampliamente a los migrantes, no existen actos abiertamente xenófobos o violentos como lamentablemente sucede en otras regiones del mundo. En ese sentido, la Argentina es un país que los migrantes ven como receptivo y amigable, ya sea en términos de las posibilidades que les brinda como en la recepción y trato de sus habitantes".
Ricardo Vinaya vino de Oruro a Viedma casi de casualidad
Ricardo Vinaya es de Oruro, Bolivia. Tiene 64 años, dejó su país a principios de la década del 70 cuando viajó a la Argentina para estudiar una tecnicatura en laboratorio bacteriológico en Mar del Plata. Luego se radicó en Viedma en 1974.
-¿Por qué dejaste tu país?
-Como consecuencia de las pocas oportunidades que tenía de seguir estudiando una carrera universitaria. Era imposible allá. Fue fortuito pero una beca de intercambio del Programa Árbol me dio la posibilidad de viajar a Mar del Plata y estudiar en el Instituto Nacional de Epidemiología. Repito que no fue programado sino de casualidad.
-¿Qué cosas te hacen extrañar a tu país?
La niñez, la cultura, la infancia, la juventud. Yo vine a los 22 años a la Argentina.
-¿Qué cosas te hacen sentir que acá es un buen lugar?
-Las posibilidades que obtuve, formé una familia. Lo siento como una parte mía este lugar. Tengo cuatro hijos y cuatro hermosos nietos, una enorme familia, un trabajo que me dignifica, seguir haciendo proyectos de vida, sobre todo en la parte cultural. En la actualidad me desempeño en la Unidad de Adolescencia del Hospital Zatti de Viedma donde trabajamos objetivos de promoción y prevención de la salud, y en contacto con el arte. Usamos instrumentos musicales para poder acompañar a los chicos que transitan la adolescencia, y tenemos un grupo Sonoridad Andina. Los instrumentos los usamos para el trabajo en esa unidad empleando el sicu y la quena. También me desempeño en la Asociación Inti Boliviana y soy un impulsor de la celebración conocida como el Inti Raymi (Fiesta del Sol).
El ruso para quien Argentina es "su lugar" en el mundo
Sergio Trochine (70 años) es uno de los referentes de la colectividad rusa de Bariloche y trabaja con entusiasmo en la fiesta anual que se organiza en la ciudad. Llegó desde Buenos Aires en 1973 y trabajó en el Centro Atómico.
Arribó a la Argentina con apenas cuatro años, en 1948, en el marco de las grandes inmigraciones que recibió Argentina después de la Segunda Guerra Mundial. Su padre fue militar y tuvo que abandonar Rusia después de la revolución comunista.
El hecho de llegar siendo un niño no le impidió extrañar y tener deseos de conocer el país de sus padres y parientes. Junto al Nahuel Huapi se integro con otros rusos y aprendió a bailar y divulgar sus costumbres típicas. También comenzó a elaborar vodka, siendo el principal proveedor de la Fiesta de las Colectividades Europeo Argentinas y un indiscutido experto en su producción.
"Recién pude conocer Rusia este año, en el mes de junio", explicó. Dijo que se pudo reunir con algunos parientes y conocer los lugares donde vivieron sus padres y abuelos. "Rusia es hoy un país ordenado, bastante moderno y muy seguro. Es un país donde se deben respetar las leyes, hay derechos pero también obligaciones", sostuvo. En Rusia no hay cortes de ruta ni tomas de terrenos, asegura.
No obstante, Sergio sabe que su lugar en el mundo es Bariloche. "Acá me casé, trabajé y pude criar a mis cinco hijos. Argentina es un país muy amigable y me parece que en los últimos años los nuevos inmigrantes latinoamericanos hasta tienen más beneficios que los lugareños", afirmó. Dijo estar "muy agradecido hacia Argentina, un país donde trabaje mucho y aporté lo que pude para su progreso".
Stella, de Nigeria a la Patagonia "por amor"
Hace ya más de dos años que Stella Ade (28) decidió dejar Nigeria, su país, para adoptar la Patagonia como propia. Tenía 26 años cuando quiso marcharse rumbo a otros destinos y una vez aquí, en suelo argentino, se casó y ahora tiene a Ema, su hermosa pequeña de 8 meses. Vivía en el sur de Nigeria, junto a sus padres y tres hermanos y trabajaba como cronista en una radio, mientras estudiaba periodismo. Hoy habla "español a medias", sonríe, pero en su casa el 'idioma oficial' sigue siendo el inglés.
-¿Por qué dejaste tu país?
-¡Por amor! Conocí al que hoy es mi marido en Facebook, por chat, y después de ocho meses me decidí y sin decir nada a mis padres ¡me vine!. Un día les dije que me iba a la iglesia... y me fui. Después de dos días, ellos estaban muy preocupados, llamé por teléfono y les expliqué. No sabían nada, ni que tenía novio.
-¿Qué cosas te hacen extrañar tu país?
- Ufff, ¡mucho! La comida, mi familia, mis amigas, la iglesia... porque acá mucho no me puedo relacionar todavía por el gran problema del idioma. También la ropa, porque acá es muy diferente de cómo nos vestimos allá.
-¿Qué cosas te hacen sentir que acá es un buen lugar donde vivir?
- Acá me gusta mucho. Me encanta el frío, el invierno. Es un país muy lindo, económicamente es bueno, me gustan todos los servicios que hay... porque allá en mi país es diferente. Como inmigrante todo se me dificulta un poco, cuesta con el tema de los papeles, del estudio, para certificar lo que yo estudié allá... yo quiero volver a la Universidad pero antes tengo que legalizar el secundario, me dicen, rendir y bueno, ahora me dedico todo el tiempo a mi hija. Me gustaría poder regresar a mi país, pero todavía no hemos podido y es difícil ahora por el tema del ébola, el terrorismo.
Suscribirse a:
Enviar comentarios (Atom)
No hay comentarios:
Publicar un comentario