El Himno Nacional Argentino fue compuesto durante el proceso independentista, en 1813, cuando las ideas referidas a la emancipación, a la patria, a los conceptos de nación y soberanía se imponían para ser discutidas entre los integrantes de las esferas políticas y sociales. Se trataba entonces de una época intensa que demandaba unificar criterios para consolidar un espíritu patriótico y que éste a su vez contribuyera a la liberación definitiva del pueblo argentino respecto del dominio político y económico de la Corona de España. Una de las posibles vías para lograr estos objetivos emancipatorios era incluir un símbolo patrio que identificara al pueblo argentino.
Los primeros intentos por incluir oficialmente una canción o marcha patriótica fueron efímeros y no lograron la repercusión e identificación necesarias. Como antecedente, se menciona la publicación de un poema patriótico anónimo realizada en 1810 por el diario La Gaceta, órgano de prensa de la Primera Junta dirigido por Mariano Moreno y destinado a la publicación de las ideas patrióticas e independentistas de la época. Dos años más tarde, el Triunvirato envió al Cabildo un oficio donde recomendaba que se convocara a personas competentes para componer un himno patriótico. La tarea le fue encomendada al poeta, periodista y sacerdote, fray Cayetano Rodríguez, quien presentó su trabajo final en julio de 1812. La letra fue aprobada y, tras habérsele encargado al compositor Blas Parera que la musicalizara, se presentó oficialmente el 1 de noviembre de ese mismo año.
Sin embargo, la obra de Cayetano no obtuvo la repercusión esperada y esto obligó a que meses más tarde, el 6 de marzo de 1813, la Asamblea General Constituyente realizara una nueva convocatoria. Para esta ocasión, el entonces diputado Vicente López y Planes presentó una propuesta que resultó aclamada y unánimemente aprobada por los congresistas; una vez más, se confió la musicalización de la letra a Blas Parera y el 11 de mayo del mismo año la obra fue sancionada como oficial. A partir de entonces, se desató una polémica en torno a la obra, pues era considerada demasiado extensa como para ser ejecutada en cada acto institucional o público.
El 30 de marzo de 1900 se decretó la ejecución parcial del himno, es decir, una versión en la que sólo se ejecuta la primera y última cuarteta y el coro.
Fuera de esto, la cuestión del ritmo, la armonía y la extensión del himno no terminó sino hasta el 14 de abril de 1944, fecha en que por fin quedó establecida la versión definitiva a través del decreto 10.302, el cual establece como oficial la versión compuesta por la letra de López y Planes, la musicalización de Blas Parera y el arreglo de Juan P. Esnaola.
Nuestro Himno Nacional Argentino, en su versión original y aspecto formal, se organiza en nueve octavas de versos decasílabos y un coro de cuatro versos —los dos primeros octosílabos y los dos que siguen, decasílabos—. Se trata de un poema ajustado a los cánones neoclasicistas, escrito en lengua culta; invoca algunas figuras mitológicas y presenta tanto imágenes auditivas como visuales, hipérbatos, metáforas, alegorías y recursos retóricos propios de esta corriente estética. Sus temas principales son la emancipación, la valentía, el valor del pueblo argentino, el heroísmo.
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