En 1952, un semestre antes de que el Che Guevara terminase sus estudios de medicina, él y su viejo amigo Alberto Granado, un bioquímico, dejan Buenos Aires para viajar por el continente buscando diversión y aventuras. Si bien al final de su viaje tienen un objetivo, intentan trabajar en una colonia de leprosos en Perú, el propósito principal es turismo. Ellos quieren ver tanto de América Latina como puedan, más de 10 000 kilómetros en solo unos meses. Su método inicial de transporte era la antigua y agujereada, pero funcional motocicleta Norton 500 de Alberto bautizada La Poderosa.
Se dirigirán al norte, con el objetivo de cruzar Los Andes, viajar a lo largo de la costa de Chile, a través del desierto de Atacama y de la Amazonía peruana y alcanzar Venezuela justo a tiempo para cuando Alberto cumpliese 30 años, el 2 de abril. Debido a una avería de La Poderosa, se ven obligados a viajar a un ritmo más lento, y llegan a Caracas en junio.
Durante su excursión, los dos protagonistas se encuentran con la precariedad de las personas en los pueblos amerindios, y la película asume una mayor seriedad una vez que los hombres tienen un mejor razonamiento de la disparidad entre los ricos y pobres de América anglo. En Chile, los viajeros encuentran un par de hombres realizando trabajos forzados en la ruta debido a sus creencias comunistas. los dos los acompaña a la mina de cobre de Chuquicamata, y al ver el trato que recibían los obreros el protagonista Guevara se enfada. La unión de este con las personas necesitadas es desde lo más profundo de sus corazones en toda la película.
Sin embargo, es la visita a las ruinas incas de Machu Picchu lo que inspira algo en Ernesto. Él se pregunta cómo la avanzada cultura dio paso a la expansión urbana de Lima. Su respuesta es que los españoles tenían armas.
En Perú, el che y Granado trabajan como voluntarios durante tres semanas en una colonia de leprosos de San Pablo. Allí Guevara ve tanto física como metafóricamente la división de la sociedad entre las masas trabajadoras y las masas gobernantes (el personal que vive en el lado norte del río, separado de los leprosos que viven en el sur). Guevara además se rehúsa a usar guantes de goma durante su visita eligiendo en su lugar estrecharse las manos desnudas con los asustados leprosos recluidos.
Al final de la película, después de su estancia en la colonia de leprosos, Guevara confirma sus incipientes impulsos igualitarios y antiautoritarios durante un brindis de cumpleaños, que es a su vez su primer discurso político. En él evoca una identidad latinoamericana que trasciende las fronteras de la nación y la raza. Estos encuentros con la injusticia social transforman la manera en que Guevara ve al mundo y por implicación motivan más tarde sus actividades políticas como un revolucionario.
Guevara hace su simbólico “viaje final” esa noche cuando a pesar de su asma, elige nadar a través del río que separaba las dos sociedades de la colonia de leprosos, para pasar una noche en una choza de leprosos en vez de en las cabinas de los doctores. Este viaje implícitamente simboliza el rechazo de Guevara a la riqueza en la que había nacido, y el camino que tomaría más tarde en su vida como un guerrillero, peleando por lo que él creía era la dignidad que todo ser humano merecía.
Cuando se estaban despidiendo uno del otro, Alberto revela que su cumpleaños no era, de hecho, el 2 de abril, sino el 8 de agosto, y que la razón de esa mentira era simplemente por motivación: Ernesto responde que siempre lo supo. La película termina con la aparición del verdadero Alberto Granado de 82 años, junto con imágenes del viaje real y una mención de la eventual ejecución del Che Guevara en la selva boliviana en 1967.
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